Ismael Almagro Montes de Oca
Se puede decir que en Alcalá no hubo guerra civil, pues desde el mismo día del golpe de estado militar contra la República, los elementos del bando nacional se hicieron rápidamente con el poder, apoyados por elementos de la guardia civil y policía municipal. Sin embargo, nuestra población no sería ajena al conflicto y se instauró un estado permanente de guerra, que alteraría la vida diaria de los vecinos, que tuvieron que adaptarse a la disciplina militar, aun tratándose de personal civil. Fruto de estas imposiciones, hemos encontrado algunas situaciones, que vistas desde la perspectiva que nos da el tiempo nos pueden producir incredulidad y hasta risa, pero que, en su momento, seguro que significaron un gran peligro para las personas que las sufrieron, sobre todo porque en aquellos momentos la imparcialidad de la justicia brillaba por su ausencia.
Con el propósito de dar a conocer algunas de ellas, iniciamos hoy una serie sobre esas pequeñas historias que nos desvelan cómo se vivieron aquellos duros momentos.
MULTA POR COGER AGUA DEL POZO DE ARRIBA
Cuando estalló la guerra civil, Alcalá aún no contaba con agua corriente y se surtía de varias fuentes públicas, principalmente de los pozos de Arriba, de Enmedio y de Abajo. El primero, que no era el que más caudal tenía,[1] era el más cómodo para la población al estar más cercano al casco urbano.
Parece ser que, en situaciones especiales que no hemos podido precisar cuales eran,[2] se prohibía abastecerse de agua del pozo de Arriba. Esto debió de ocurrir al estallar la guerra, según se deduce del documento que vamos a ver, en el que se narra lo sucedido el día 11 de julio de 1937.
El jefe de la policía municipal, José Tizón Jiménez, da cuenta al alcalde del parte que le ha pasado el fontanero de las fuentes públicas, Miguel López Ríos, según el cual:
“la mujer llamada Francisca Ramos González; desobedeciendo la indicación del mismo de que las personas que quicieran llenar agua de los pozos por cargas no pudieran hacerlo en el pozo de Arriba por tenerlo reservado para las dependencias Oficiales, cosa y procedimiento que es bien conocido de muchos años de todo el publico y sabiendo dicha mujer que estaban los demás pozos habiertos. Por la fuersa y abusando del referido guarda ha llenado una carga de agua, en presencia del mismo y en forma apreciable.” [3]
Sorprende un poco que en esa fecha aún estuviera vigente la prohibición, toda vez que en nuestra localidad, apenas se vio algún movimiento de tropas hasta los primeros días de noviembre del año anterior, con motivo de eliminar la resistencia republicana de la sierra, que acabaría con la toma y destrucción de la Sauceda. ¿Quiénes eran las personas de las dependencias oficiales a quienes se les reservaba el agua? Mientras unos privilegiados se aseguraban el agua, el resto de la población se veía obligada a recorrer más distancia en su peregrinar con los cántaros en busca del líquido vital.
Al día siguiente, el alcalde Isidro Castro Puelles, multó con 5 pesetas a Francisca Ramos “por desobediencia á las indicaciones dadas por el Fontanero de las Fuentes publicas de este Municipio al llenar una carga de agua a su presencia y en forma agresiva de sitio distinto al ordenado” multa que debía hacer efectiva en un plazo máximo de setenta y dos horas y en caso de no hacerlo, la sanción sería mayor.
Suponemos que finalmente la multa se pagó porque nada consta en el expediente de ampliación de la misma.
NOTAS
[1] Según Sánchez del Arco, el pozo de Arriba producía un caudal de 5 metros cúbicos al día, el de En medio, 2 metros cúbicos y el de Abajo, 8 metros cúbicos. ALMAGRO MONTES DE OCA Gabriel; ALCALA EN EL FONDO DOCUMENTAL SANCHEZ DEL ARCO. Pág. 56.
[2] Digo “parece ser” porque no he podido encontrar ninguna referencia que así lo corrobore, tan solo la referencia en este documento.
[3] Archivo Municipal Alcalá de los Gazules. Correspondencia y comunicaciones 1935-41 legajo 119.
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