Ismael Almagro Montes de Oca
Hace poco tiempo hicimos una primera aproximación a un periodo de tiempo bastante convulso en la vida política alcalaína, en la que se impuso el caciquismo como forma de gobierno, cuya principal característica fue la de aprovecharse los gobernantes y su círculo de los recursos municipales en beneficio propio (véase: https://historiadealcaladelosgazules.blogspot.com/2021/08/caciquismo-en-alcala-retrato-de-una.html)
Los caciques no fueron un mal endémico decimonónico, sino que extendieron sus redes hasta la llegada de la dictadura de Primo de Rivera en 1923, y si en la anterior entrada nos hicimos eco de dos críticas publicadas en la prensa gaditana en 1895 y 1896 denunciando los abusos cometidos por los regidores, hoy lo hacemos a través de un medio local, el periódico “La Verdad”, fundado en 1918, y de la pluma brillante de su fundador y director, Pedro J. Cohucelo.
Al fundar este periódico, nuestro paisano pidió permiso para asistir a los plenos municipales y poder dar cuenta en sus líneas de lo que acontecía en las Casas Consistoriales. Presenció la sesión celebrada el 17 de octubre de dicho año y quedó tan sorprendido y escandalizado, que publicó la siguiente crónica en la edición del 5 de noviembre, que, a buen seguro, le sirvió para crearse enemistades en el pueblo:
“ESCANDALOSO ATROPELLO
La Resurrección del Caciquismo, - La política de los secuaces del Conde de los Andes. — Una sesión bochornosa. — La mayoría de interinos. Los siervos de la amistad y los siervos del dinero. — El artículo 106 de la Ley Municipal, pisoteado. — Se quiere repartir el Presupuesto entre las familias de los Concejales andistas. - Insultos entre los concejales. — El Alcalde- Sr. Galán, a la altura de las circunstancias. Suspensión de los acuerdos. — Protestando por sistema. — El Sr. Machado, pronuncia un elocuente discurso. — Indignación general.
Este caciquismo español que tiene origen en los señores de horca y cuchillo que en la Edad Media compartieron su poderío con los reyes para triturar la libertad y la vida de los pueblos, dejó raíces tan hondas entre nosotros que a pesar de la rudísima batalla que los modernos crujidos sostenemos contra esa lepra maldita, no obstante nuestras acometidas, logra retoñecer y sombrear de nuevo la vida con las penumbras horrendas de su tiránica tendencia. Por ello veréis que cuando resucita el caciquismo lo hace irguiendo su macabro esqueleto sobre el sarcófago de hielo de los políticos de ayer, ataúdes que guardan toda la podredumbre de otros siglos, vanos fantasmas que se agitan entre la mogigatería y el ridículo del último de los Austrias, y sienten los descerebrantes estertores del absolutismo siniestro que hizo vitorear á las cadenas.
En esas ciudades populosas a donde llegaron con el progreso, la libertad y la justicia, no pudo vivir el caciquismo, y por ello escogió para desarrollar su actividad a estos pueblos muertos que por incultos e inconscientes soportan el yugo despótico que su gobierno significa.
En Alcalá de los Gazules hay una porción de políticos que secundan las iniciativas del Sr. Conde de los Andes, ese diputado de la nación que ha sido vivero de caciques mínimos y en su torno han crecido y vegetado estas plantas ruines que son desdoro de la política española.
Cuando su labor administrativa es conocida por el pueblo y por ello son abandonados, recurren los andistas al dinero que compra conciencias mercenarias o influencias más mercenarias aún y procuran, y a veces obtienen el triunfo de ese modo, triunfo que después ponen al servicio de la maldad y el egoísmo.
La última sesión celebrada por el Municipio alcalaíno es una prueba palpable de lo que decimos.
Por ironía de la suerte, han logrado los andistas tener mayoría en el Ayuntamiento, porque anuladas las últimas elecciones celebradas, han sido nombrados concejales y tocóles desempeñar dichos puestos con arreglo a ley y con el carácter de interinos a amigos del Sr. Conde de los Andes. Algunos había que estaban bien separados de esa fracción, pero como el dinero allana todo lo más abrupto, también fué solucionado ese extremo.
Y ved, aquí como con siervos de la amistad y con siervos del dinero sin que esa mayoría sea de elección popular, formada por desacreditados y fracasados, se llega al Ayuntamiento, pretendiendo saltar por encima de la razón y del Derecho, y triturando con un acuerdo a todas luces nulo a la vigente Ley Municipal.
El artículo 106 de la Ley citada dice: <<Las votaciones serán nominales cuando no se trate de asuntos relativos a los mismos concejales o a personas de su familia dentro del cuarto grado, en cuyo caso serán secretas, debiendo salir de la sesión mientras se discuta y vote el asunto el concejal interesado.>>
Esto sentado, comencemos la reseña de la sesión.
En la sala capitular se encuentran algunos desocupados.
Preside el alcalde D. Antonio Galán. Los concejales están divididos en dos bandos opuestos, formados del siguiente modo:
UNO.— Liberales.
El alcalde D. Antonio Galán.
D. Manuel Ahumada Granara.
D. José Quijada Hidalgo.
D. Manuel Benítez del Río.
D. Patricio García Arabolaza.
Conservadores datistas
D. Cristóbal Sánchez y Sánchez.
D. José Vázquez García, y
D. Antonio Machado Sánchez.
OTRO.—Conservadores andistas
D. Julio Toscano Delgado
D. Antonio Serrano de la Jara.
D. Vicente Fernández Pinero
D. Gerónimo dé la Corte Caballero.
a D. Francisco Montes de Oca Lozano.
D. Melchor Fernández Piñero.,
D. Francisco Álvarez Salcedo,
D. Gil Moreno Muñoz, y
D, Antonio Pastor Alba.
El señor presidente dice, que como expresa la convocatoria, la sesión tenía por objeto, dar cuenta y resolver sobre los extremos a que se refiere el escrito presentado por varios señores concejales con tal fin.
El secretario interino, Sr. Benítez Salazar, da lectura al mismo:
1.º Plantilla de empleados.— El Sr. Toscano Delgado comienza su labor destructora manifestando, que por distintas personas se han producido quejas con respecto al funcionamiento de las oficinas municipales, no solo por particulares, sino por entidades oficiales, sobre todo en lo que afecta a la dependencia o Negociado que instruye los expedientes de quintas, lo que ha dado lugar a que se conmine con multas al Municipio; y en su virtud, y con arreglo a las facultades que a los Ayuntamientos conceden los artículos 74 y 78 de la Ley municipal, proponía la separación de dichos funcionarios y el nombramiento de otros que, a juicio del Ayuntamiento, tengan capacidad legal para desempeñar los cargos.
El Sr. Benítez del Río dice: Que la plantilla de los empleados a los cuales se pretende destituir, fué aprobada por la Corporación en enero último, estimando improcedente y desatinada la proposición hecha por el Sr. Toscano.
El Sr. Toscano: Eso es que a su señoría le parece.
El Sr. Benítez: Si aquí venimos sólo a demostrar que nueve son más que ocho, y que ocho son menos que nueve, avasallando con la fuerza transitoria de un voto más a lo que prescribe la razón y ordena la justicia, no habrá necesidad de discutir sobre este extremo. Pero si en los señores concejales germina y florece el santo principio de que la razón, vale más que la fuerza, si no se ha obscurecido el concepto de la equidad y la conciencia no es un mito, la proposición del Sr. Toscano debe ser desechada por ilegal, por injusta y peligrosa.
El Sr. Serrano de la Jara habla de conciencia, de atropellos; pero como al fin no ha dicho nada, tampoco lo decimos aquí.
En medio de gran expectación, se levanta para hablar el concejal don Antonio Machado, y dice: La experiencia larga de mi vida ha venido a demostrarme, que aquellos que cifren sus esperanzas de éxito en la fuerza del número, se hallan equivocados. Es cosa ésta de la fuerza bruta, que se va y desaparece, como desaparece todo lo que no se cimenta en la verdad y en el bien. ¡Lástima grande que estéis aquí discutiendo y gastando energías, que puestas al servicio de una causa grande, pudieran dar positivos resultados! Y hay que pensar, señores, que de estas rencillas que originan proposiciones tan ilegales como la del Sr. Toscano, apenas queda de ellas ni memoria, cuando en el curso de los años viene otra generación y ocupa nuestro puesto aquí en la vida. En tanto que, poniendo el pensamiento tan alto como la voluntad, y unidos todos, se labora para mejorar todos los aspectos del pueblo cuyo gobierno nos está encomendado; los que nos sucedan, habrán de alabar nuestra memoria.
Yo, señores, he paseado muchas veces por las alamedas del cementerio que guarda las cenizas de nuestros padres, y he querido sacar de los sepulcros algo que consuele mi espíritu, algo que me haga pensar que también los que nos precedieron en la vida sintieron por Alcalá el mismo afecto que nosotros sentimos.
Y fijando la mirada sobre una lápida mortuoria, oí una voz que me decía:
—Yo soy Manuel Espinosa, el alcalde que logró dotar por vez primera a nuestro pueblo de telégrafo, esa importantísima mejora.
Y otro sepulcro me ha dicho:
— Yo soy Pedro Montes de Oca, el alcalde que acometió la magna empresa de dotar de aguas suficientes a nuestro pueblo.
Y me decía otra voz:
—Soy José Galán y Caballero, el alcalde que concluyó la carretera de Medina a nuestro pueblo, haciendo que los coches llegaran hasta nuestra calle principal; el que construyó el Parque de mi nombre y construyó fuentes públicas...
Y ¿creen, señores, que no han de sentir esos cadáveres en la fría soledad de sus sepulcros, el orgullo santo del deber cumplido y la honda satisfacción de que bendicen y alaban su memoria?
Nadie se acuerda ya de sus luchas; nadie de sus batallas políticas; solo de lo que quedó como obra suya. A ellos debemos imitar, sumando nuestras energías para redimir a nuestro pueblo, sin estos manejos políticos de «quítate tú para que me ponga yo», pues de esta manera quien pierde es la administración a nosotros encomendada, y hasta nuestro prestigio de hombres serios.
Cree ilegal la proposición del señor Toscano, por cuanto que lleva consigo la revocación de lo acordado con anterioridad por este Ayuntamiento, y además, que la separación en conjunto sin causa que lo justifique debidamente documentada, constituye una perturbación y un atropello. (Muy bien).
Procédese a la votación de la proposición del Sr. Toscano, resultando a favor de la misma nueve votos contra ocho que la estiman ilegal.
Los concejales que están conformes con la proposición, son los siguientes: D. Julio Toscano Delgado, D. Antonio Serrano de la jara, D. Vicente Fernández Pinero, D. Jerónimo de la Corte Caballero, D. Francisco Montes de Oca Lozano, D. Melchor Fernández Pinero, D. Francisco Álvarez Salcedo, D. Gil Moreno Muñoz y D. Antonio Pastor Alba.
El Sr. Toscano presenta la siguiente lista del personal que ha de cubrir las vacantes que se produzcan: Secretario, el mismo que lo es actualmente, o sea D. Agustín Marchante Sánchez, que es el que instruye los expedientes de quintas a que aludía la queja del Sr. Toscano.
Oficial Mayor, D. Ricardo Morales Espigado, hermano político del señor Pastor Alba, concejal que votó a favor del Sr. Toscano.
Oficial 1º, D. José Benítez Salazar.
Idem 2.°, D. Pablo Blázquez Bauzano.
Auxiliar de Contaduría, D. Agustín Tizón Jiménez.
Escribiente, D. Rodrigo Delgado Salas, primo del concejal proponente Sr. Toscano.
Auxiliar, D. Andrés Morales Álvarez.
Encargado del Depósito Municipal, D. Francisco Salcedo Olmedo.
Idem. del Matadero, D. Salvador Álvarez Benítez, hijo del concejal que votó a favor del Sr. Toscano, D. Francisco Álvarez Salcedo.
Administrador del Hospital, don José Toscano Armario, primo del proponente Sr. Toscano.
Encargado del reloj, D. Juan Delgado Barroso.
Administrador de Consumos, don Miguel Pastor Alba, hermano del concejal que votó a favor del señor Toscano, D. Antonio Pastor Alba.
Interventor de Consumos;. D. Andrés Armario Sánchez.
Auxiliar de Consumos, D. Andrés Hidalgo Toro, padre político (dos veces) del concejal que favoreció con su voto la proposición del Sr. Toscano, D. Melchor Fernández Pinero.
El Sr. Presidente hace constar que habiéndose nombrado por este Ayuntamiento en la sesión celebrada el 19 de enero del corriente año a los empleados que componen la plantilla de este Municipio, y sabiendo que el jefe de la Secretaría había manifestado que los servicios estaban bien desempeñados, no procedía destituir a todos los empleados de plantilla, por capricho y contra toda razón y justicia, sin previo expediente ; y considerando el acuerdo perjudicial, a los intereses generales, habiendo, además, infracción manifiesta de los artículos 83 y 106 de la vigente Ley Municipal, lo suspendía, dando cuenta de ello al Excmo. Sr. Gobernador civil de la provincia.
El Sr. Pastor.—Señor presidente: no hay causa que justifique, la suspensión del acuerdo, por tratarse de asuntos de la competencia de la Corporación, que con este procedimiento, se vé impedida de realizar y llevar a la práctica acto alguno que deba ser tratado por la misma.
El Sr. Machado dice: Que después de haber tomado acuerdo el Ayuntamiento, no procede discutir sobre el mismo…
El Sr. Pastor le interrumpe.
El Sr. Machado:—Sr. Pastor: estoy en el uso de la palabra.
La Presidencia:—Sr. Pastor: Yo le ruego que no interrumpa a los señores concejales.
El Sr. Pastor:—Interrumpo cuando oigo las majaderías del Sr. Machado.
El Sr. Machado:—Majaderías son las de V. S.
Se arma un fuerte escándalo que corta a duras penas. la campanilla presidencial.
Punto 2. Legalizar la situación del Depositario de los fondos Municipales.
El Sr. Toscano manifiesta que el cargo de Depositario se viene desempeñando ilegalmente y por ello pide que se publique la vacante y sea cubierto el cargo con arreglo a la Ley. El Ayuntamiento, así lo estima.
El Sr. Benítez dice, que si la situación del actual Depositario es ilegal, se nombre a un señor concejal proponiendo para que la desempeñe en concepto de interino a D. Antonio Pastor Alba.
Al oír está proposición, algunos concejales que creían pescar el cargo, se desmayan y otros patalean de rabia
Se ven los concejales en el supremo aprieto de nombrar al Sr. Pastor para el cargo de Depositario, porque, propuesto por el concejal liberal señor Benítez y siendo el propuesto andista o amigo de esta fracción no puedan los amigos del Conde negar apoyo al que antes se lo prestó a ellos decidiendo con su voto el triunfo obtenido al pedir la destitución de los empleados.
Se acuerda que el R. D. de reciente publicación sobre Haciendas locales, quede sobre la mesa para estudio de la Corporación.
Se levanta la sesión.”[1]
La calle Real en 1915 |
NOTAS
[1] Edición el 5 de noviembre de 1918 del periódico “La Verdad”. Año 1 nº 5. Páginas 3 y 4. El primer número de este periódico debió publicarse en septiembre y solo se conoce la existencia de este ejemplar
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