sábado, 4 de marzo de 2023

EL CLERO DE ALCALÁ DE LOS GAZULES Y SU ENTOR­NO EN EL SIGLO XVIII (II)




 EL ENTORNO DEL CLÉRIGO

       Como hemos indicado en la introducción, familia y allegados, sirvientes, vecinos y compañeros de grupo conforman el universo humano en el que se des­arrolla la vida del clérigo. El estudio más exhaustivo de las cláusulas citadas, en función de dichos grupos, arroja los siguientes resultados:

Familia y allegados

       Este grupo, en el que se incluyen tanto los familiares propiamente dichos como todas aquellas personas con las que el clérigo guarda una relación cuasi fa­miliar, basada en el cariño y la protección, acapara el 54,2% de los legados (12)

       Las sobrinas, beneficiarias del 29,7% del total del grupo, predominando, en los casos en que se declara el estado, las doncellas, huérfanas y viudas; seguidas de los sobrinos, entre los que encontramos también algunos huérfanos y una sép­tima parte de eclesiásticos, que perciben el 28,2%, son los principales legatarios familiares del clérigo. Ellos son, además, los que mayor variedad de legados reci­ben, uno poco de todo lo necesario para sobrevivir: casa, dinero, ganado y mue­bles, sobre todo las sobrinas doncellas o viudas.

       Con porcentajes muy inferiores, pero similares, los hermanos, entre los que aparece sólo un eclesiástico; las primas, con un predominio de las viudas, cuan­do se acredita el estado; las hermanas, algunas viudas y doncellas; y las parien­tas sin determinar, con un 9%, 8,3%, 7,6% y 6,5%, respectivamente.

       Compadres y comadres se encuentran muy equiparados, ya que reciben un 2,5% y 2,8%, respectivamente, de los legados del grupo. Por último, rondando el 1%, encontramos los tíos, tías, cuñados, parientes masculinos sin determinar, ahijados, ahijadas y primos.

       Como vemos, los legados van más en función de la necesidad y el afecto que del sexo y siempre se procura que queden en la misma línea (13). A veces se con­templa la sucesión del legado y la posibilidad de que fallezca el legatario, en cuyo caso puede pasar a los herederos del clérigo, a los descendientes del legatario, a otra persona, casi siempre un hermano del fallecido, si éste no tuviera descen­dencia, a la iglesia o a alguna entidad benéfica.

       En ocasiones, los legados serán efectivos al tomar estado el legatario, pre­tendiendo, de esta forma, que sean más útiles para su porvenir. Por último, se pre­tende una cierta equidad en lo que a la concesión de mandas se refiere, de forma que cuando los legatarios son hermanos entre sí los legados son idénticos, lo cual se aprecia sobre todo con las mandas de dinero y ganado, siendo más frecuente entre sobrinos y sobrinas, aunque, también, a veces, se advierten preferencias o legados en función del sexo (14). Sobrinos y sobrinas serán sus principales legatarios mientras que hermanos y hermanas, como veremos, sus principales herederos.

        Respecto a los albaceas, el 46,8% de los mismos está compuesto por los miembros de este grupo. Dentro del mismo, los hombres se erigen en protago­nistas frente a las mujeres, algo completamente previsible, si tenemos en cuenta la situación de la mujer en el tipo de sociedad que nos ocupa, relegada a las fun­ciones "propias de su sexo", y su índice de alfabetización. (15)

       Entre los componentes masculinos, aparecen en primer lugar los sobrinos, más de la mitad de los cuales son clérigos, representando el 29,3% del total de fami­liares; a éstos siguen, con un porcentaje ligeramente inferior, 26,9%, los hermanos.

       Otros miembros masculinos, cuya incidencia es muchos menor, e incluso anecdótica, en algunos casos, son los tíos, todos clérigos, 2,3%; primos, 1,5%; cuñados, 1,5%; hijos (16), 1,5%; compadres, 0,7%; y padres, también 0,7%.

        Entre las mujeres de la familia, aparecen, en primer lugar, las hermanas, de las que más de una cuarta parte son doncellas o viudas, con un 22,2%. Es posible que al vivir muchas con ellos fueran sus albaceas ideales, pues conocerían todo lo concerniente a sus bienes, deudas, preferencias por ciertos familiares o veci­nos, etc.; a éstas siguen, ya a mayor distancia, las madres, 3,9%; sobrinas, 2,3%; primas, 1,5%; una tía y una comadre. (17)

        En cuanto a la herencia, el 89,2% de los herederos pertenece al grupo de la familia y allegados, lo que no difiere de la tónica general (18), pues el clérigo pre­tende que su patrimonio quede dentro de la familia.

        En este caso, las mujeres resultan ser las principales beneficiarias, hecho completamente explicable, pues la mujer durante el Antiguo Régimen se encuen­tra desprotegida y en inferioridad de condiciones con respecto a los hombres, por lo que necesita un determinado patrimonio para vivir con cierto desahogo, unos medios y una seguridad que los bienes de los clérigos le pueden proporcionar. Además, muchas de estas mujeres, hermanas, sobrinas y primas, sobre todo, vivi­rían con ellos, guardarían sus casas, les asistirían, por lo que se convertirían, como muestra de agradecimiento, en sus principales herederas.

        Dentro de las herederas de la familia, las hermanas (19), una cuarta parte de las cuales son doncellas o viudas, suponen el 37,8% del total del grupo familiar. A éstas siguen, a cierta distancia, las sobrinas, con un 13,7%. Con porcentajes menores, las madres, 5,7%; primas, 2,5%; cuñadas, 1,2%; y ahijadas, 0,6%.

       Entre los varones de la familia encontramos en primer lugar a los hermanos, con un 19,8% del total familiar, seguidos de los sobrinos, el 14,7% de dicho grupo. Con porcentajes mucho menores se encuentran los herederos legítimos: padres, 3,2%; e hijos, 1,2%.

       Según se desprende de estos datos, prima el parentesco sobre el sexo, de forma que heredan primero los hermanos y después los sobrinos. Dentro del pri­mer grado, no obstante, impera el sexo y la necesidad del heredero, pues las her­manas vivirían con ellos, principalmente las doncellas y viudas. En el segundo, entre los sobrinos se aprecia una mayor igualdad, ya que el sexo no seria una cuestión preferente, pues destaca ligeramente el porcentaje de los varones.



NOTAS

(12) Porcentaje similar al que Rey Castelao detecta a fines del siglo XVII entre el clero compostelano, un 56,7%, pero superior al que encuentra García Fernández entre el vallisoletano, 40,7%. REY CAS­TELAO, O.: "El clero urbano compostelano a fines del siglo XVII. Mentalidades y hábitos culturales", La Historia social de Galicia en sus fuentes de protocolos, Santiago de Compostela, Universidad, 1981; y GARCÍA FERNÁNDEZ, M.: Herencia y patrimonio familiar en la Castilla del Antiguo Régimen. Religiosidad, actitudes colectivas y comportamientos económicos. Valladolid, Universidad, 1995.

(13) D. Alonso González Barroso, presbítero beneficiado, manda, para el mayor socorro de sus parientes, que dos partes de casa declaradas las gocen alternativamente por tiempo de un año, bien habitándolas, bien alquilándolas, cuatro sobrinas, dos de ellas doncellas y una viuda, hijas de sus hermanos difuntos, Si alguna fallece entrará en su lugar un sobrino varón. A.H.P.C. Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 140, folios 22-27.

(14) D. Bartolomé Muñoz Morillo, presbítero beneficiado, tiene un sobrino, su ahijado, criado en su casa y que vive en ella, y una sobrina que le asiste. Ambos reciben legados varios pero a él le deja mayor cantidad de dinero y tierras y a ella, por su parte, plata y alhajas. A.H.P.C., Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 161, folios 66-73.

(15) DE LA PASCUA SÁNCHEZ, M. J.:, op, cit., págs. 68-69.

(16) Se trata de los testamentos de D. Alonso Jiménez de Zurita, presbítero y Comisario del Santo Oficio en Sevilla, el cual estuvo casado y velado con una vecina de Medina con la que tuvo un hijo legitimo; y de D. Andrés Muñoz de la Vega, clérigo de menores, quien presenta un testamento hecho en virtud de poder por su hijo. A.H.P.C., Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 144, folios 426-428 y Libro 276, folios 73,74.

(17) Entre los presbíteros del obispado de Coria, los componentes de la familia que aparecen como alba­ceas presentan los siguientes porcentajes: los sobrinos son albaceas en el 33% de los casos, los her­manos y hermanas suman el 25%, tíos y primos el 7% y padres el I%. ARAGÓN MATEOS, S.: "Notas sobre el clero secular en el Antiguo Régimen. Los presbíteros en el obispado de Coria en el siglo XVIII", Hispania Sacra, 89 (1992), 291-334.

(18) Vid ARANDA MENDÍAZ, M.: El hombre del siglo XVIII en Gran Canaria. El testamento como .furente de investigación histórico jurídica. Las Palmas de Gran Canaria, Universidad, 1993, pág. 189; y REY CASTELAO, O.: op. cit., pág. 502.

(19) La importancia de las hermanas, como en otras zonas, es incuestionable, Vid. REY CASTELAO, O.: op. cit. Y ARAGÓN MATEOS, S.: op. cit., pág. 328.

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