sábado, 26 de agosto de 2023

EL CLERO DE ALCALÁ DE LOS GAZULES Y SU ENTORNO EN EL SIGLO XVIII (IV)



Sirvientes

       Dentro de este grupo incluimos a los sirvientes propiamente dichos, a los acogidos y a los esclavos. Tales personas viven con ellos y forman parte de su estructura familiar (38), por lo que se benefician, en gran medida, de su generosidad.

      Dicho grupo recibe el 10,2%, del total de los legados (39), siendo las principa­les beneficiarias las asistentas, las cuales representan el 34,6% del total del grupo, a las que los clérigos tratan de agradecer, por medio de estas dádivas, el trabajo y asistencia prestados y de aliviar, en la medida de lo posible, la pobreza que muchas padecen. Este porcentaje, no obstante, podría sufrir alteraciones tanto al alza como a la baja, pues es muy probable que muchas de las vecinas que aparecen con esa sola especificación también sirvieran a los clérigos, si no permanentemente, sí con cierta regularidad; y lo mismo cabe decir de las hijas de tales asistentas, las cua­les, incluso, vivirían con ellas en la casa del clérigo. Por el contrario, algunas de estas mujeres también podrían ser familiares, en algún grado o medida, aunque no se indique en los testamentos, por lo que deberían ser incluidas en el grupo de la familia, incidiendo, de esta forma, a la baja en dicho porcentaje.

      Estas asistentas recibirán legados varios: ganado, menaje, ropa, dinero..., aten­diendo a su condición (40), a cambio de continuar asistiéndoles hasta que fallezcan.

    Dentro de los acogidos, personas que se han criado en sus casas desde pequeños, bajo su protección y cuidado, posiblemente hijos de sirvientes o veci­nos necesitados, ahijados suyos en más de una ocasión y que muy probablemen­te le sirvieran en compensación de su acogimiento; las mujeres reciben el 23% de los legados del grupo de los sirvientes y los hombres el 9,6%. Las preferencias de estos clérigos parecen claras: la situación de la mujer en el Antiguo Régimen hace que este tipo de comportamientos no sean extraños. El acogimiento genera cariño y ésto se ve reflejado en las mandas; nos movemos en un mundo de agra­decimientos y compensaciones, de servicios a cambio de protección. Se piensa en el futuro de los acogidos, en su crianza, hasta en su posible fallecimiento y la regulación de su entierro. Aunque, además del cariño, agradecimiento o compen­sación también se deja entrever a través de estas mandas la necesidad que tienen estos hombres de agradar a Dios por medio de las mismas, una obra de caridad cristiana que será premiada en el cielo. Así, D. Francisco de Oliva y Cano, justi­fica el legado que le piensa hacer a una niña expósita, criada en su casa, “aten­diendo al obsequio que hará al Todopoderoso de señalarle algunos bienes para su alimento y que así puedan acabarla de criar, vestir y alimentar....” (41).

       El vínculo que se crea entre un clérigo y sus protegidos será para toda la vida, pues les seguirá beneficiando incluso después de tomar estado, aunque es muy probable que después de este hecho los acogidos siguieran asistiendo al clé­rigo y continuasen en sus casas, esta vez con toda su familia (42).

       Los sirvientes varones, capataces, yeguarizos, asistentes, etc., representan el 17,3%, de las mandas del grupo. Al igual que ocurría con las asistentas, los hijos varones de los sirvientes también podrían, en alguna medida, servir a los clérigos.

       Por último, los esclavos, muy pocos entre los clérigos de Alcalá, perciben el 5,7%, mientras que las esclavas el 9,6% de las mandas otorgadas. Éstos reciben una gran variedad de legados, aparte de su libertad: grano, ganado, tierra, cuartos vitalicios en sus casas, ropa, etc., pues deben comenzar una nueva vida y tener sus necesidades cubiertas. En alguna ocasión encontramos, incluso, varias generaciones de esclavos sirviendo a estos clérigos, lo cual parece indicar que llevan toda la vida con ellos (43).

        Las asistentas aparecen como herederas en 3 ocasiones, el 1,7% del total de herederos y como albaceas en 2, lo que supone el 0,7%. Aparte del agradeci­miento o la necesidad, en alguna ocasión el recibirla herencia lleva aparejado una serie de obligaciones. (44)

       Respecto a las deudas, este grupo representa el 8,8% de los acreedores, con deudas debidas a salarios, principalmente, mientras que como deudores aparecen en el 1,3%. En este caso el concepto de las mismas no suele especificarse.


Vecinos

        El grupo de los vecinos se beneficia del 33,3% del total de los legados (45). El contexto rural en el que se desenvuelve la vida de estos hombres, el apego a la tierra y a sus gentes, el apego, hacen que la vecindad sea vivida de una forma mucho más intensa que en el entorno urbano. No obstante, también pensamos que muchos de esos vecinos, a los que hemos catalogado con esa sola denominación al carecer de otros datos, pudieran ser parientes en algún grado, en unos casos, y sirvientes, en otros, lo cual se deja entrever en algunos testamentos (46).

        Dentro de este grupo, las vecinas perciben el 53,5% de los legados del mismo, mientras que los vecinos el 37%. Los vecinos suelen recibir dinero, sobre todo las vecinas doncellas o viudas, en cantidades que oscilan los 100 reales de vellón; ropa, como mantos y sayas; ganado, una o dos cabezas de ganado vacu­no; y muebles y menaje en general.

       La presencia de estos vecinos en la cláusula de los albaceas es, obviamente, mucho menor, representando tan sólo el 9,6% de los albaceas del clérigo, con un predominio de los varones casi absoluto: frente a 24 vecinos encontramos tan sólo 3 vecinas. En la de herederos, por su parte, no constan.

        Finalmente, en el apartado de las deudas sí que presentan un protagonismo indiscutible, pues suponen el 52,8%, de sus acreedores y el 81,9% de sus deudo­res. Tanto unas como otras se deben a arrendamientos y préstamos; arrendamien­tos de tierras en las que cultivan, en las acreedoras, y de las casas de sus capella­nías y memorias o de sus animales en las deudoras. Este hecho indica que los clé­rigos alcalinos estaban muy inmersos en los circuitos económicos de su pueblo, manteniendo con sus vecinos las operaciones propias de una economía de base agropecuaria, además de las relacionadas con su condición clerical.


Compañeros de grupo

       Los compañeros del clérigo perciben el 2,7% del total de los legados (47). Porcentaje bajo pero lógico, ya que el clérigo pretende beneficiar en mayor medi­da a aquéllos con los que tiene una cierta obligación. Este grupo se muestra idó­neo, no obstante, para realizar otro tipo de menesteres, como la función de alba­ceazgo, por ejemplo, donde muestra un papel relevante, apareciendo los compa­ñeros del clérigo como albaceas en el 42,3% del total de los mismos. La con­fianza en los miembros del propio estamento está sustentada en su mayor capa­cidad para solucionar todas aquellas cuestiones relacionadas con la partición de sus bienes; las decisiones tomadas serán incuestionables. No olvidemos que este bajo clero, aunque posea unas condiciones culturales muy mediocres es el refe­rente cultural de un pueblo cuyo nivel de alfabetización es muy bajo. Estos com­pañeros serán también una posible opción en caso de que los albaceas familiares elegidos fallezcan, sustituyéndolos, en este caso, los beneficiados o curas más antiguos, los curas de las iglesias de la Villa o el Sr. Vicario.

       Por otra parte, el número de albaceas clérigos, tanto familiares como no familiares se eleva a 141, es decir, el 52,4% del número total de albaceas.

      Por último, respecto a las deudas, dicho grupo representa el 10% de los acre­edores (48) y el 6,6% de los deudores. Los motivos de las deudas, cuando aparecen, son muy variados: censos, préstamos, misas dichas por ellos, etc.


NOTAS

(38) Es lo que Dubert llama una familia de estructura indeterminada, en la cual sus miembros pueden estar unidos por lazos de sangre o no. De esta forma, corresidencia y parentesco son elementos que definen la familia del clérigo. DUBERT GARCÍA, I.: Los comportamientos de la familia urbana en la Galicia del Antiguo Régimen. El ejemplo de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela, 1987, pág. 39.

(39) Algunos puntos menos que el registrado para los criados del clero vallisoletano. GARCÍA FERNÁNDEZ, M.: Herencia, pág. 154.

(40) D. Juan de Cárdenas y Montes, presbítero beneficiado, manda un ajuar, “para una casa como pobre”, a su asistenta doncella. A.H.P.C., Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 1, folios 11-21.

(41) A.H.P.C., Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 205, folios 113-120.

(42) D. Pedro Collado Cortegana, presbítero, beneficiado, cura y Vicario, deja a una vecina casada y a su marido 1000 reales de vellón por haberla criado. A.H.P.C., Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 132, folios 45-57.

(43) D. Juan Gómez Correa, presbítero, posee tres esclavos, abuela, madre e hijo, a los que deja legados varios. A.H.P.C., Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 296, folios 65-69 y folios 73-77. 

(44) D. Tomás Joseph Vela Castaño, presbítero, cura y colector, deja como heredera a su asistenta, con la explícita obligación de asistir, cuidar y alimentar a su hermano y a su prima, que también viven en su casa. A.H.P.C., Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 229, folios 285-292.

(45) Porcentaje muy superior al que García Fernández detecta entre el clero vallisoletano, el cual es del 8,9%. GARCÍA FERNÁNDEZ, M.: Herencia, pág. 154.

(46) D. Fernando Costilla Cordero, presbítero, lega a una vecina viuda 20 ducados “por lo bien hecho” Como él, D. Francisco Manzano y Ortega, presbítero, manda que su vecina viuda y sus 3 hijos per­manezcan en su casa un año y si no encuentran otro sitio les lega una atahona. A.H.P.C., Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 275, folios 169-173; y Libro 306, folios 95-98.

(47) Porcentaje bastante inferior al que García Fernández registra para las donaciones del clero vallisole­tano al propio estamento, las cuales se dan en un 10,7%. GARCÍA FERNÁNDEZ, M.: Herencia, pág. 154.

(48) Porcentaje similar al detectado entre el clero ovetense, pero muy inferior al que presenta el clero vallisoletano a mediados del XVIII. Vid. LÓPEZ LÓPEZ, R. J.: "Aproximación al clero urbano ove-tense (1751-1790)", Cuadernos de Investigación Histórica, 11 (1987), 111-129; y GARCÍA FERNÁNDEZ, M.: Los castellanos, pág. 970.

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