viernes, 15 de mayo de 2020

Alcalá de los Gazules y la guerra anglo-española (II)



2.- 1587: DRAKE ATACA A LA ARMADA ESPAÑOLA EN CADIZ

     Otra de las decisiones que Felipe II tomó fue la de organizar una flota de navíos para atacar Inglaterra, parte de la cual se estaba armando en la bahía de Cádiz en los primeros meses de 1587.

     A esta flota había que surtirla de víveres y por su cercanía, Alcalá fue una de las poblaciones a las que se acudió para el avituallamiento. No tenemos noticias directas de que esto ocurriera así, pero sí indirectas, como veremos a continuación.

     El 29 de abril, la flota del corsario inglés Francis Drake se presentó en la bahía enarbolando falsas banderas francesas y flamencas, atacando por sorpresa a la flota española y hundiendo más de veinte naves. Rápidamente el corregidor gaditano pidió socorro al duque de Medina Sidonia, jefe de la Armada y aunque no estaba bajo su jurisdicción, salieron tropas desde Alcalá para prestar auxilio.

Mapa del ataque de Drake a Cádiz

      Ambos hechos, el avituallamiento, y el socorro a Cádiz, quedaron recogidos en las actas del cabildo del ayuntamiento del 25 de mayo, cuando los regidores, aprovechando que un ilustre vecino, el Doctor Bartolomé de Palma y Mesa, tiene que viajar hasta la Corte, acuerdan que éste pida al rey que Alcalá no participe en el avituallamiento de la Armada pues nuestra villa era un punto estratégico, por la distancia, para socorrer a las ciudades de Gibraltar, Tarifa y Cádiz, tal como hicieron con el ataque de Drake:

“don Antonio de trº (Trujillo) Altamirano alguazil mor (mayor) dixo q por quanto el dotor bare de palma y meza va a corte si este consejo le da y ayuda de costa pa el camino a (¿?) de su magt se sirva de q desta villa no se saque gente pa la guerra ni trigo ni ganados ni semillas atento a qesta vª esta en la costa i es frontera y acudió al socorro de la sibdad de cadiz con mucha presteza…”[11]

      En el mismo cabildo, los regidores sometieron a votación sufragar parte del viaje al Doctor Palma, ya que iba a hacer gestiones para el ayuntamiento y por el voto del regidor Diego de Mendoza, conocemos además los capitanes de las tropas que salieron hacia Cádiz:

“y diº de mendosa santetis ror dixo q su paresser ql dotor palma vaya a la corte a suplicar a su magt q a esta vª se le faga md de q no se le saque trº (trigo) ni vacas ni soldados atento de qsta este lugar en frontera de Gibraltar tarifa e cadiz de una jornada y assi en la ocasión de cadiz le sirvio esta villa a su magt y al duque de medina su general de la costa con la gente de a pie y de a cavallo don Antonio de trº Altamirano algl mor y el dho diº de santetis llevaron desta vª…”[12]

3.- 1588: LA ARMADA INVENCIBLE

     Este ataque retrasó los planes de la Grande y Felicísima Armada para atacar Inglaterra y hasta marzo de 1588 no empezó a movilizarse a la tropa, siendo así que el duque de Alcalá escribió una carta al Concejo y otra al corregidor, el capitán Lope de Mendoza, dando traslado de otra del rey, para que “los soldados q an de salir de su estado comiensen a caminar si no an salido y se vayan a enbarcar a los galeones y vistas las dhas dos cartas de los dhos Alcayde consejo e q por ellas su señoria manda se levanten veinte soldados pa vayan a servir en la dha jornada” [13]

     Estos soldados alcalaínos debieron embarcar en Cádiz para partir hacia Lisboa, lugar desde que el 30 de mayo partieron hacia Inglaterra entre 130 y 154 navíos, según distintas fuentes, llevando a bordo unos 8000 marineros y 19000 soldados.

     No conocemos los nombres de esos veinte soldados, pero sí el de otro de nuestros paisanos que zarpó desde Lisboa. Se trata de otro alcalaíno ilustre, Bartolomé de Mesa.

     La historia del hijo del Doctor Bartolomé de Palma es prácticamente desconocida en la actualidad, por lo que conviene dar a conocer aquí por vez primera algunas pinceladas biográficas para saber por qué está en Lisboa en 1588.

      Bartolomé nació en Alcalá a finales del año 1565, fruto del matrimonio del entonces Bachiller Bartolomé de Palma y de su mujer Isabel Martín de Toledo, según consta en su partida de bautismo, que hemos conseguido localizar en el Archivo Parroquial:

“En Jueves Veinte y ocho de Diciembre de este sobredho año de mil y quinientos y sesenta y cinco, Yo Fco de Mesa Clerigo Pro y Cura de esta villa de Alcala, batise a Bartolome, hijo de Bartolome de Palma Ver. Y de Dª Ysabel Martin de Toledo, su legitima mujer. Fue su padrino el Bdo. Franco de Cazalla, en fe de lo ql firme esta de mi Nombre Francisco de Mesa”[14]


     Debió pasar su infancia en nuestro pueblo, ya que en años posteriores aquí nacen al menos tres de sus hermanos, por lo que es lógico pensar que sus padres, o al menos su madre, tenia fijada su residencia aquí. Muy joven inicia la carrera militar y con apenas quince años, en agosto de 1580, lo encontramos como soldado de infantería del Tercio de Gabriel Niño de Zúñiga, participando en la toma de Lisboa dentro de la guerra por la sucesión al trono de Portugal:

“siendo soldado de ventaja en el rreyno de Portugal con don grabiel niño de zuñiga maese de campo… el dicho don Bartholome a servido a V. mgd. en algunas jornadas[15] y en particular en la de Portugal”

      Tras la conquista de Portugal, permaneció en el castillo de Lisboa a las órdenes del mismo capitán:

“Don graviel de zuñiga ettzª Por la presente certifico y hago fee a los que la bieren como bartolome de Mesa sirvio a su magestad en el castillo de Lisboa mas de dos años, siendo soldado de mi conpañia con dos escudos de bentaja de los hordinarios…”[16]

      En junio de 1583, se embarcó a las órdenes de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, partiendo desde Lisboa para conquistar la Islas rebeldes de las Azores, participando “en la ultima jornada que el marques de santa Cruz hizo a las Yslas de las terceras”

Desembarco en la Isla Terceira

      Tras la batalla, regresó a Lisboa, donde permaneció varios años, subiendo en el escalafón militar hasta llegar a capitán:

“es servido a su magestad en la guerra siendo soldado y alférez de mas de diez años a esta parte fue nombrado por capitán en Portugal y en los castillos”

      El 30 de mayo de 1588 Bartolomé de Mesa partió de Lisboa con la Gran Armada rumbo a Inglaterra:

“después fue con licencia a la jornada de Ynglaterra en la conpañia del capitán Juan de gusman, que se hizo de la gente que salio del dicho castillo adonde y en lo que se ofresio el tiempo que allí estuvo, hizo su deber como Muy honrrado soldado”

      Tuvo la suerte de salvar la vida y regresar a Portugal, donde siguió embarcado defendiendo las costas:

“y fue con el duque de medina a la jornada de ynglaterra y por horden de don Gabriel niño maestro de campo se enbarco en las galeras de Portugal para guarda de la costa”


NOTAS

[11] AMAG. LEGAJO 5 (1585-1589) Cabildo lunes 25 de mayo 1587 folio 264 vto y 265 (f. 794)

[12] Ib. Pág. 265 vto.

[13] AMAG. LEGAJO 5 (1585-1589) Cabildo miércoles 16 de marzo 1588 folio 341 vto (f. 873)

[14] Archivo Parroquial Alcalá de los Gazules. Libro 2º bautismos, folio 87(cimg 4993)

[15] Jornada es el término utilizado en la época para referirse a guerra

[16] Certificado firmado por el maestre de campo Gabriel de Zúñiga en Madrid el 20 de febrero de 1592.

sábado, 9 de mayo de 2020

Memorias de un alcalaíno prisionero en la Guerra del Rif (y VI)



"LUIS DE OTEYZA EN AYDIR 

Dos nuevos prisioneros 

      El día 11 de Junio nos comunicaron nuestros guardianes que Abd-el-Krim había marchado a Beni-Ulixech para recoger a dos aviadores que habían caído prisioneros. 

      Creímos, al pronto, que la noticia sería una de tantas fantasías de los moros, que continuamente nos daban informes y nos hacían relatos completamente desprovistos de fundamento; pero tanto insistieron en su afirmación, que al fin llegamos a aquel día con la zozobra en el ánimo de todos, pues temíamos para los dos aviadores, si es que efectivamente estaban prisioneros, los más atroces tormentos. 

      Dos días después, el 13 de Junio, al salir el infortunado médico Sr. Serrano para visitar a los soldados enfermos, encontró a los aviadores capitán García de la Peña y teniente Florencio, que llegaban con el intérprete Rueda y varios guardianes. 

     Al entrar en la casa de Abd-d-Krim fueron recibidos por el hermano Sidi Mehamed, el cual les colmó de atenciones, les dio esperanzas de un próximo rescate y ordenó que fueran colocados en una habitación aparte, otorgándoles un trato distinto que a los demás prisioneros. 

      Como pocos días antes había llegado un convoy, los manjares más suculentos, los mejores vinos, el mejor tabaco, era para los aviadores, a quienes, sin duda, pensaba Abd-el-Krim atraerse a su servicio. 

      Se hablaba de que el padre Revilla, con el Sr. Cerezo y otros señores, habían formado una Comisión para conseguir nuestro rescate, y Abd-el-Krim dio órdenes de que se mejorase el trato que recibíamos. El general Navarro y el coronel Araujo fueron trasladados a la casa donde estaban los aviadores, les enviaron asistentes y les permitieron pasear. 

      También gozábamos nosotros de mayor libertad, nos hacíamos nuestras comidas, hablábamos de nuestro próximo rescate, y, olvidando los tres meses de hambre que habíamos pasado, dábamos albergue a las más risueñas esperanzas. Así transcurrió el resto del mes de junio y el de Julio. Cada veinte días llegaba un convoy, nos repartían cuanto traía, podíamos comunicarnos con nuestras familias y nos considerábamos casi felices. 

La visita de Luis de Oteyza 

      A fines del mes de Julio oímos decir que tres señores trataban de desembarcar en la playa de Aydir para visitar a los prisioneros. Nuestros guardianes, a quienes interrogamos, nos dijeron que se había pedido un permiso para desembarcar en Aydir, y que Abd-el-Krim lo había concedido. 


      El día 1 de Agosto supimos que había llegado una gasolinera, y que de ella, a pesar del temporal que reinaba, había desembarcado algún paisano. La noticia nos llenó de estupor, pues aun contando con autorización de Abd-el-Krim, era empresa demasiado audaz aventurarse entre aquellos kabileños feroces y fanáticos, muchos de los cuales tenían sus familiares en el frente combatiendo contra los españoles. La vida del que desembarcara estaba pendiente de un hilo, y no bastaba la autoridad de Abd-el-Krim para garantizar su seguridad. 


     Dos días estuvimos sin saber nada nuevo. Al fin, el día 3 nuestros guardianes nos hicieron quitarnos los harapos que llevábamos puestos, nos facilitaron algunas ropas y nos condujeron al río, donde nos bañamos; nos dieron jabón, máquinas de cortar el pelo y de afeitar, y unos a otros nos hicimos el tocado. Media hora después, paseando por el patio de nuestra prisión, parecíamos un grupo de hospicianos. 


     Al cabo de poco tiempo fuimos sacados fuera de la casa, y formados en fila esperamos la visita, que entonces supimos que era la de Luís de Oteyza, director de LA LIRERTAD, a quien acompañaban los fotógrafos Alfonso y Díaz. 

Los oficiales españoles que se encuentran en poder de Abd-el-Krim en su campamento de Aydir

     Llegaron nuestros visitantes con el «Pajarito» y «Quijote». Oteyza nos fue saludando, y a mí me dio la triste noticia de la muerte de mi tío, el general Jiménez Pajarero. No es de rigor dar más detalles de la entrevista, puesto que Luis de Oteyza la relató a su regreso a España; pero bueno es consignar que aunque había rigurosas órdenes en contrario, algún prisionero pudo entregarles cartas para sus familias. 

     Después de la entrevista y de hacer Alfonso y Díaz algunas fotografías, marcharon los tres con el «Pajarito» a la casa de ' Abd-el-Krim, donde éste les esperaba. 


      Una noche de impaciencia. La cama para Luis de Oteyza, en la prisión 

      Desde aquel momento pensábamos con angustia en la suerte de nuestros compatriotas. Cualquier imprudencia, una palabra mal interpretada, la más insignificante pequeñez, les podría ser fatal. 

     A la mañana siguiente observarnos mayor animación en el poblado. Preguntamos a nuestros guardianes y nos dijeron: «Moros pensar que españoles que venir a visar prisioneros, quedar también por Aydir.» 


     Tan descontado teníamos ya que la audaz aventura de Luis de Oteyza terminaba en aumentar el número de nuestros compañeros de cautiverio, que llegamos a señalar las habitaciones que habían de compartir con nosotros, e hicimos sitio para arreglar un lecho, entre los nuestros, para Luis de Oteyza. 


      Por fin, al día siguiente, ya por la tarde, llegó a nuestros oídos el ruido de un motor y más tarde la gritería de los moros que estaban en el poblado. Preguntamos, y nuestros guardianes, sin ocultar la molestia que ello les causaba, nos dijeron que los tres españoles que nos habían visitado se habían embarcado para regresar a Melilla. 

—¿No les ha pasado nada? —preguntamos. 

—No pasar nada—nos replicaron. [13]




El teniente Arévalo y varios soldados 
mueren brutalmente apaleados 

El Gobierno suspende el envío de convoyes 

      Convencido el Gobierno de que la mayor parte de los convoyes que enviaba para nosotros sólo servían para que Abd-el Krim y sus familiares disfrutaran de todo y para proveer a la jarka de víveres y mantas, pues a la jarka fueron a parar las que nos enviaron para abrigarnos en el invierno, decidió suspender los convoyes y dejar al jefe rebelde la responsabilidad y el cuidado de nuestra alimentación. 


     No le faltaban a Abd-el-Krim los víveres; pero como su deseo era el de que llegara a España el eco de nuestros sufrimientos, para acelerar así el rescate y obtener mayores beneficios, nos sometió de nuevo al régimen de ayuno, no dándonos en todo el día más que un pedazo de pan de unos cien gramos de peso y una pequeña cantidad de garbanzos cocidos en agua, sin sal ni grasa alguna. 

      Reclamamos varias veces ante «Pajarito» para que variasen el régimen a que estábamos sometidos, y sólo conseguimos que alguna que otra vez nos dieran un puñado de higos, la mayoría de ellos podridos, que más nos excitaban el apetito que nos calmaban el hambre. También se nos negó toda clase de ropa, sabiendo nosotros que en casa de Abd-el-Krim tenían centenares de mudas de ropa blanca y gran número de uniformes. 

      Debido al hambre tan horrible que padecíamos todos los prisioneros, intentaron fugarse varios soldados de los cautivos en Aim-Kamara. Todos ellos fueron capturados y conducidos al patio de nuestra prisión, donde fueron condenados a recibir 125 palos cada uno. Aunque quisimos evitar la vista de aquel tormento salvaje, no pudimos lograrlo, y allí, casi delante de nosotros, fueron apaleados brutalmente los infelices. El teniente Arévalo se decidió a protestar en voz alta, y fue sacado también al patio, tendido en el suelo y, por orden de Amogar, le dieron unos 20 palos. 

      A los diez días, el oficial y los soldados habían dejado de existir, víctimas de la bárbara orden de Abd-el-Krim, que mandó que todo intento de fuga se castigara de aquel modo. 

Otra vez se habla de rescate 

      En los primeros días de Diciembre eran ya muchos los cautivos que habían perdido todo su vigor, especialmente los tenientes Florencio y Garigorta, cuyo estómago delicado les rechazaba ya aquel condumio, y su estado era cada día más alarmante. Pedimos que se les dieran algunas latas de leche condensada; pero no se accedió a nuestro ruego, alegando que no tenían. Sin embargo, mañana y tarde veíamos que a nuestros guardianes les daban tres latas de atún o bonito, tres de mermelada y seis botes de leche, sin que durante tres meses les faltara un solo día. Esto era para nosotros una prueba más del propósito de Abd-el-Krim de que muriera algún oficial de hambre para obligar así al rescate. 

     Uno de aquellos días, no recuerdo la fecha exactamente, se presentó «Pajarito» en la habitación del general y le dijo que había caído el Gobierno de España, que estaban en el Poder los liberales, que había sido nombrado alto comisario D. Miguel Villanueva y que había el decidido propósito de efectuar pronto el rescate, para lo cual en breve se esperaba a Idris-Ben-Said, que conferenciaría con él y que, una vez de acuerdo, vendría una Comisión, presidida por D. Horacio Echevarrieta, para ultimarlo todo y llevarse los prisioneros. 

     Cuando oímos de labios del general Navarro aquellas gratas impresiones, volvió a renacer en nosotros la confianza, el ansia de vivir para llegar, al fin, a vernos de nuevo entre nuestras familias, felicidad que muchas veces habíamos ya considerado imposible. 

La Nochebuena en el cautiverio 

      El día 23 de Diciembre vino a vernos «Pajarito» y nos ofreció enviarnos víveres y licores para que al siguiente día solemnizáramos nuestra Pascua. 

     Poco después de salir «Pajarito» de nuestra prisión, llegó un primo de Abd-el-Krim con una orden, escrita en español, que decía textualmente: 

     «Orden a los prisioneros: Todo prisionero que salga de noche, será inmediatamente fusilado.—El segundo jefe del Estado Mayor del Ejército rifeño, Abd-el-Selam.» 

     Aquella orden nos desconcertó, pues ignorábamos a qué podía obedecer, y aún vino a colmar nuestra confusión el saber, a la mañana siguiente—día de Nochebuena—, que el general Navarro y el sargento Vasallo habían sido encadenados juntos durante la noche. 

      Preguntamos a «Pajarito» la causa de aquella nueva inhumanidad y nos aseguró que obedecía a haberse descubierto un complot para llevarse por la fuerza al general Navarro. Luego he sabido que por entonces circularon en Melilla rumores de una intentona para rescatar por la fuerza al general. 

      Aquella noche cumplió «Pajarito» su promesa de enviarnos víveres para festejar la Nochebuena. Nos envió una lata de carne para cada uno, una botella de Rioja para cada cuatro y una botella de ojén para cada grupo que ocupaba una habitación. Unido esto a una ración extraordinaria que nos dieron nuestros guardianes, organizamos un banquete. Como nos faltaban los cigarros, se los pedimos también a «Pajarito», y fue tan espléndido, que nos envió tres cigarrillos para cada uno, que, sin duda, eran los únicos que le quedaban de tres cajas llenas de libras de Partagas que nos habían enviado en un convoy. 

     Aquella noche, disimulando la tristeza que a todos nos invadía, brindamos por nuestra próxima libertad, y charlamos, añorando la fiesta íntima y familiar que los años anteriores celebramos en las dulzuras del hogar. 

     Al siguiente día volvimos al régimen de los cien gramos de pan y de los garbanzos cocidos. [14]



Los últimos días de esclavitud 

Un modelo de administración 

      Había empezado ya el mes de Enero, y como mi estado de salud era sumamente delicado a consecuencia de la falta de alimentación y las torturas del hambre seguían haciéndome su víctima, solicité una entrevista con «Pajarito», a quien expuse mi situación y pedí una mejora en el trato que recibíamos. 

     Me replicó «Pajarito» que él, por su parte, no podía hacer nada más que lo que en otras circunstancias había hecho, como un extraordinario; pero que, aprovechando la estancia en Alhucemas de Idris-Ben-Said, le pidiera algún dinero con el cual podría adquirir víveres. Así lo hice, y como siempre que cualquier cautivo recurriera a Idris-Ben-Said, fui atendido. Le envié al «Pajarito» un vale de cincuenta pesetas, y el día 7 de Enero recibí una torta de pan que me enviaba y el recado de que el dinero me lo administraría él «honradamente». 

      Cuando recibimos el pan, Rey, Enrile y yo tuvimos un momento de alegría infantil. Esperábamos que con aquel medio podríamos atenuar los rigores de la esclavitud. A los tres días, la exigencia de nuestros estómagos me obligó a pedir más pan a «Pajarito». La contestación fue que si quería más pan tenía que pedir más dinero a Idris-Ben-Said. 

     De nuevo recurrí a Idris, cuya inagotable bondad jamás podremos los prisioneros alabar lo que se merece, y le rogué que le diera a «Pajarito» cien pesetas para que me enviara pan. 

     Varias veces pregunté a «Pajarito» si había recibido el dinero, y siempre recibí una contestación negativa, hasta que una vez libre pude comprobar que el día 15 de Enero recibió «Pajarito» las cien pesetas que yo había solicitado. 

      ¡Un modelo de excelente administración! 

La muerte del teniente Garaigorta 

      Con la falta de alimentación y las malas condiciones higiénicas en que vivíamos se agravó el teniente Garaigorta en términos tales, que temíamos todos un funesto desenlace. 

      El general Navarro trató de conseguir que el infeliz teniente fuera conducido a la isla de Alhucemas, donde seguramente hubiera obtenido su curación; pero sus ruegos fueron desoídos. 

      El infortunado oficial falleció tres días antes de nuestro rescate. 

Las gestiones del Sr. Echevarrieta 

      El día 22 recibió el general Navarro una carta de D. Horacio Echevarrieta, en la que le comunicaba que se había encargado de las gestiones para nuestro rescate y que confiaba en poner fin a nuestros sufrimientos en un plazo muy breve. 

      Aquel día interrogamos a «Pajarito», quien nos aseguró que todo estaba arreglado y que, efectivamente, el rescate era cosa de tres o cuatro días. 

      No podría describir aquellos momentos de alegría. ¡Por fin íbamos a recobrar la libertad! ¡Volveríamos al lado de nuestras familias! 

      A los dos días, una nueva carta del señor Echevarrieta vino a colmarnos de júbilo. Daba cuenta de que salía para Melilla a recoger a los prisioneros moros y que seguidamente vendría por nosotros. Aquel mismo día, nuestros guardianes nos dijeron que ya podíamos entrar y salir de las habitaciones y pasear por los patios, porque el rescate era ya seguro y estaba ultimado. De los convoyes últimamente desembarcados nos dieron algunos víveres y las cajas en que venían envíos particulares, y ello contribuyó a que la alegría fuese completa. 

      Los soldados cantaban, reían; los guardianes, tan bruscos antes, trocáronse amables y fraternizaron con los muchachos, repitiendo una y cien veces que todo estaba arreglado y que podían considerarse ya en libertad. 


Llegada de los barcos 

      Nadie durmió aquella noche, que aún no sabíamos que era la última de nuestro cautiverio. Ya de madrugada se acercó a mí uno de los guardianes y me dijo: 

—Pajarero, ahora mismo llega un barco «por vosotros». 

      Poco después el mismo guardián me anuncia que por la parte de Ceuta viene también otro buque. Sin ser de día totalmente nos abrieron las puertas de las habitaciones y nos empleamos en confeccionar un poco de café. 

     De día ya podemos contemplar la llegada de un tercer barco y vemos que uno de ellos es el «Antonio López». 

Tan grande era nuestra emoción, que aun cuando los guardianes nos aseguraban que el embarque sería muy temprano, casi no llegábamos a créenlo, y unos a otros nos preguntábamos. 

—¿Será posible que haya terminado para siempre la trágica pesadilla? 

Las operaciones de rescate 

      Llegó una orden de Abd-el-Krim diciendo que bajaran a la playa los paisanos y los soldados. Traté de marchar con ellos; pero los guardianes me lo impidieron, diciéndome: 

—Tú, no. Tú «estar» como oficial. 

      Mientras soldados y paisanos se alejaban en demanda de la soñada libertad, vino «Pajarito» a despedirse de nosotros. 

—Cuando estés una temporada con tu familia—me dijo—vuelve por aquí para comprar tierras y hacer una explotación. Este es un país civilizado y puedes venir aquí con la misma tranquilidad que si fueras a Francia e Inglaterra. 

      Como es natural le contesté afirmativamente y le ofrecí volver pronto, muy pronto... 


      A las once de la mañana marchamos a la playa, con gran lujo de guardianes, y en una pequeña colina próxima a la Aduana quedamos esperando la orden de embarque. 

     Tres horas hacía que esperábamos, cuando se nos ordenó avanzar hasta la playa. Allí nos dijo el sargento Vasallo que los moros, molestos porque se les entregaban pocos prisioneros, habían suspendido el embarque de soldados. Por fin logró el señor Echevarrieta arreglarlo y se reanudó el embarque. Reclamé nuevamente mi calidad de paisano y el Maalen me autorizó a embarcar. 

      De un salto me lancé al bote, que ya estaba lleno de soldados, y después de muchos trabajos para desatracar el bote, que tenía la quilla enterrada en la arena, nos separamos de la playa y transbordamos a una gasolinera que nos llevó hacia el «Antonio López». 

¡Estaba en libertad!! [15]

Llegada de los liberados al puerto de Alhucemas


A bordo del “Antonio López” 

Entre mis amigos 

      Al poner los pies en la cubierta del «Antonio López» caí entre los brazos del representante de la Compañía Colonizadora, de Rafael Fernández de Castro, que nunca me olvidó durante el tiempo de mi cautiverio, que me envió cuanto pude necesitar y que por cuantos medios tuvo a su alcance trató, aunque inútilmente, de rescatarme. 

     Con él, con el ingeniero industrial don Francisco de las Cuevas y con varios periodistas madrileños, tomé una copa de Jerez y unas galletas, para esperar la llegada del general y de los oficiales y cenar juntos. 

     No hago mención de lo ocurrido hasta llegar al rescate de todos los cautivos y de las atenciones que tuvieron para con nosotros los tripulantes del «Antonio López» porque con todo detalle lo relataron a su tiempo los corresponsales de los diarios madrileños. 


Mi gratitud 

      Para terminar estas deshilvanadas notas de mi cautiverio, quiero hacer constar mi gratitud eterna a Idris Ben Said, que trabajó incesantemente por nuestro rescate, que atendió todos nuestros requerimientos y nos envió todo cuanto le pedimos, pudiendo afirmarse que fue el protector, el único amparo que tuvimos los cautivos. 

     También he de hacer constar, por debido tributo a la justicia, que no todos nuestros guardianes fueron como el odiado Amogar y sus imitadores. Hubo uno, Sidi Josein, del cual guardaremos todos los cautivos un imborrable y grato recuerdo. Amable y afectuoso, siempre tuvo para nosotros frases de consuelo y jamás salió de sus labios un insulto, y era siempre el que llevaba nuestras quejas al hermano de Abd-el-Krim, que corrientemente las atendía. 


      Para todos ellos y para el Sr. Echevarrieta mi gratitud y mi recuerdo, que perdurará en mi alma; para todos los compañeros de cautiverio y para los héroes que, como el capitán médico Sr. Serrano, murieron en Aydir por defender y conservar la vida de los demás, mi admiración y mi respeto... 

FERNANDO JIMENEZ PAJARERO” [16]





EPILOGO

      Finalmente, fueron puestos en libertad 45 jefes y oficiales, además de 274 soldados y 38 civiles, entre los que se hallaba nuestro paisano, Fernando Jiménez Pajarero. 



     Antes de partir de Melilla, sus compañeros de la Compañía Colonizadora le obsequiaron con un banquete,[17] donde comunicó haber recibido un telegrama del Ayuntamiento alcalaíno, que le había nombrado hijo predilecto.[18] Es curiosa esta noticia, porque las actas de la época, no reflejan nada respecto a este nombramiento.



      La mañana del 1 de febrero llegó a Málaga en el Correo de Melilla, donde pudo reencontrarse con familiares, saliendo directamente para Cádiz, donde llegó por la tarde y donde le esperaban más familiares y el capitán aviador García Peña, compañero en el cautiverio.[19]

      A los pocos días de llegar a Cádiz, cayó enfermo “de algún cuidado, a consecuencia de las penalidades sufridas durante los dieciocho meses que permaneció prisionero de los beniurraguel en Aydir”[20]

     No sabemos si se repuso de su enfermedad en Cádiz o lo hizo en nuestra localidad, a donde vino a pasar unos días y fue recibido por los concejales que formaban la Comisión nombrada al efecto por el Ayuntamiento.

     Esta Historia se cierra con la rápida vuelta de Jiménez Pajarero a tierras africanas, pues en junio de ese mismo año ya se encontraba incorporado en su puesto de trabajo en Monte Arruit.[21]


NOTAS

[13] 1923 03 10 - La Libertad (Madrid. 1919). Año V nº 1021 pag 2 sábado 

[14] 1923 03 21 - La Libertad (Madrid. 1919). Año V nº 1030 pag 2 miércoles

[15]1923 03 23 - La Libertad. Año V Número 1032 pag 2

[16] 1923 03 25 - La Libertad (Madrid. 1919). Año V nº 1034 pag 2 domingo

[17]  Publicado en la página 2 de LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA el 2 de febrero de 1923. Año LXXVI Número 23513 

[18] Primera página de LA ÉPOCA, de la edición del 2 de febrero. n.º 25.928, 

[19]  Así aparecía publicado en la edición del periódico EL SOL del día 2 de febrero de 1923 en su página 2. 

[20]  Edición del 8 de febrero de 1923 de La Libertad. Año V Número 995 pág. 1 

[21]  El 30 de junio de 1923, EL TELEGRAMA DEL RIF publica la noticia de que Fernando Jiménez Pajarero había encontrado el cadáver de un niño en una de las acequias de la Compañía. Año XXII Número 8009 pág. 1

viernes, 1 de mayo de 2020

Las calles de Alcalá y sus nombres. Evolución Histórica (VI)



PLAZUELA
      
      El 25 de abril de 2015 a la Plazuela se le añadía el adjetivo de los Emigrantes. Este no ha sido el único que ha tenido en su historia, puesto que ya en 1826 se la denominaba como Plazuela de la Carnicería [95] mientras que en 1839 era conocida ya como Plaza de Blasa [96]  (o Blaza, según otros documentos) nombre que conservará hasta que el 14 de mayo de 1894 se le cambia por el de Plaza Duque de Almodóvar del Río, en reconocimiento de la labor de este diputado para reactivar la construcción de la carretera que nos une con Medina: 

“A propuesta de la Comisión de policía urbana y en cumplimiento de lo acordado al punto doce de la seccion de catorce de Abril último, se acordó por unanimidad; Que la Plaza de Blasa de esta población se denomine en adelante Plaza del Duque de Almodóvar del Rio.” [97] 

      Además del nombre de la calle, al duque de Almodóvar del Río fue nombrado Hijo adoptivo en la sesión anterior, celebrada el 14 de abril: El Ayuntamiento conforme en un todo con las razones expuestas por el Sor. Presidente, acordó por unanimidad, nombrar hijo adoptivo de esta Ciudad al Exmo. Sor. D. Juan Manuel Sanchez y Gutierrez de Castro Duque de Almodóvar del Río, poniéndole su nombre a una de las Calles de esta población, que propondrá en la sesión próxima la comisión de policía urbana.”


      Este nombre duró poco puesto que tres años más tarde, el 7 de agosto de 1897, ante el asesinato de presidente del Consejo de Ministros, el Ayuntamiento acordó cambiarlo por el de Plaza Cánovas del Castillo

“A propuesta de la Presidencia y teniendo en cuenta los relevantes servicios prestados a la Patria por el que fue Presidente del Concejo de Ministros Excmo. Sor. Don Antonio Cánovas del Castillo, el Ayuntamiento acordó: Levantar la sesión en señal de duelo por la muerte alevosa sufrida en Santa Águeda por tan ilustre patricio y poner su nombre a la plaza de Blasa de esta Ciudad.” [98] 

       Pasadas dos décadas, al poco de instaurarse la dictadura de Primo de Rivera, el 17 de diciembre de 1923 se sustituye este último nombre por el del rey Alfonso XIII

“Conoció la Corporación sobre la variación del nombre de… y que a la Plaza Cánovas del Castillo se le cambie el nombre por el de Alfonso XIII que en lo sucesivo llevará este último nombre” [99] 

      Con la instauración de la Segunda República en 1931 se vuelve a cambiar el nombre pasando a llamarse Nicolás Salmerón volviendo a modificarse al poco de iniciarse la Guerra Civil, denominándose a partir del 17 de octubre de 1936 como Plaza Calvo Sotelo

“Sobre rotulación de varias calles, se acuerda que.. la de Nicolas Salmerón se denomine de <<Calvo Sotelo>>…” [100]


REAL

       La calle Real, al ser una de las principales, ha sufrido bastantes cambios a lo largo de la Historia. En el siglo XVI era conocida como calle de los Mesones, por conducir a los que había en la Plaza del mismo nombre, aunque ya a finales de dicho siglo se la conocía como calle Real: 

“se cometió a D. Antonio de Trujillo y Diego de los Cameros desde la Puerta Villa hasta Sto. Domingo a mano derecha toda la hoya de la vaca y Consolacion y Puerta Nueva al licenciado Po (Pedro) Rodriguez de Coronado y Anton Luengo Chiclana, regidores, desde la puerta Villa toda la calle Real abajo hasta la Veracruz y todo detrás de Santo domingo y el arroyo arriba de Rio Verde y todo el barrio de la Higuera para que les de medicinas el boticario…”[101] 

      Con este nombre se mantendrá hasta casi finales del siglo XIX, ya que el 28 de mayo de 1898 se acuerda sustituirlo por el de calle Duque de Almodóvar del Rio, en honor de D. Juan Manuel Sánchez y Gutiérrez de Castro, representante en las Cortes al ser nombrado Ministro: 

“Concluida la lectura del anterior expuesto, ocupó la presidencia el Sr. Primer Teniente de Alcalde y concedida la palabra sobre el particular, hicieron uso de ella los Sres. Concejales presentes, mostrándose en un todo conformes con lo propuesto por el Sr. Alcalde y por unanimidad se acordó: Felicitar al Excmo. Sor. Duque de Almodóvar del Rio por su acertado nombramiento para Ministro de Estado; darle las gracias por el celo que siempre ha demostrado en cuantos asuntos han podido interesar a esta Ciudad, y que de hoy en adelante se designe la calle Real con el nombre de Duque de Almodóvar del Rio, remitiendo a dicho Excmo. Sor. Certificado de este acuerdo.” [102] 

      Se da la curiosa circunstancia de que, como ocurrió con la variación del nombre de la Plazuela años antes, ahora también se le vuelve a nombrar Hijo adoptivo de la Ciudad, por lo que el duque de Almodóvar tiene el honor de haber recibido el mismo Título dos veces: 

“Declarar, Hijo adoptivo de esta Ciudad al Excmo. Señor Don Juan Manuel Sanchez y Gutierrez de Castro…”



       Meses más tarde, el 15 de agosto fue además nombrado hijo adoptivo por conseguir que la carretera de Jerez a Algeciras pasara por las cercanías del Santuario. [103]

      Pasadas algo más de dos décadas, cuando apenas llevaba vigente un par de meses el Directorio militar, el Ayuntamiento alcalaíno decidió el 1 de diciembre de 1923 cambiarlo por el de General Primo de Rivera:

“En vista de la propuesta que hizo en una de las sesiones anteriores el concejal Don Juan Salas solino se acuerda por unanimidad cambiar el nombre que hoy lleva la calle principal de esta ciudad o sea la de “Duque de Almodóvar del Rio” por la de General Primo de Rivera que en adelante llevará este ultimo nombre en conmemoración de la actuación político social y administrativa de dicho ilustre General, desterrando el caciquismo y dado comienzo a la regeneración de España…” [104] 

      El militar, envió una carta de agradecimiento: “transmita en su nombre al Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules su sincero agradecimiento por el acuerdo tomado de rotular la calle principal de dicha ciudad con el nombre de General Primo de Rivera, distinción que le honra mucho…” [105] 

      Este nombre perduraría hasta la llegada de la Segunda República, pues a partir de 1931 pasó a denominarse calle Pablo Iglesias, en honor del fundador del PSOE. 


      Tras la victoria electoral de la Unión de derechas en 1933, al acceder al gobierno el Partido Republicano Radical, el 5 de noviembre de 1934 la corporación municipal acordó rotular esta calle con el del su fundador, pasando a ser calle Alejandro Lerroux

“Que como medio de demostrar públicamente la gratitud de este municipio al Gobierno y a su Ilustre Presidente, se acuerde por aclamación que a la principal calle del pueblo, o sea, a la actualmente llamada Pablo Iglesias se le cambie el nombre por el de Alejandro Lerroux. 

…que se cambie el nombre de la calle Pablo Iglesias por el de Alejandro Lerroux y que de este acuerdo se dé traslado al interesado para su conocimiento y satisfacción.” [106] 

      Tras el alzamiento militar, dentro de la vorágine de cambios de nombres, el 17 de octubre de 1936 se volvió a variar el nombre para pasar a ser calle General Primo de Rivera: “Sobre rotulación de varias calles, se acuerda… que la calle Pablo Iglesias se denomine <<General Primo de Rivera>>…” [107] 

      Ya en tiempos de la Democracia, como tantas otras, esta calle recuperó su nombre popular.

RIO VERDE

      La calle Río Verde es una de las que ha variado muy poco se denominación. Ya en el siglo XVI se menciona ese nombre, conservándolo hasta que el 10 de agosto de 1907 se cambia por el del Gobernador militar del Campo de Gibraltar Julio Domingo Bazán, pasando a denominarse General Bazán [108]  por el simple hecho de haber entrado días antes en nuestra localidad por dicha calle: 

“Se dio cuenta de una comunicación del Excmo. Sor Comandante General del Campo de Gibraltar, dando gracias por el acuerdo esta Corporación de titular con su nombre la calle por donde hizo su entrada en esta población y rogando se suspendiese tal acuerdo por las causas que expone. 

      El Sor presidente interesó del Ayuntamiento, confirmase el acuerdo, haciendo constar que el solo hecho de haber pasado tres días en esta localidad y las atenciones de S. E. recibidas, son motivos suficientes para perpetuar ese recuerdo, acordándose así por unanimidad.” [109] 

      Posteriormente, el 17 de octubre de 1936 se sustituye por el de Queipo de Llano.[110] 


NOTAS

[95] AMAG Legajo 635. Repartimiento de paja y utensilios. 

[96]  Boletín oficial Provincia Cádiz. Edición del 30 de julio de 1839. 

[97]  AMAG. Libro de actas de sesiones del Ayto. Pleno. 1893-1894 Libro no catalogado. Sin foliar. 

[98]  Ib. Libro 6. Folio 118 vto. 

[99]  Ib. Libro 25 folio 138. 

[100]  Ib. Libro 31 folio 76. 

[101]  AMAG. Libro de actas de sesiones del Ayto. Pleno. 1595-1607 Legajo 6 folio 241 

[102]  AMAG. Libro de actas de sesiones del Ayto. Pleno. 1898 libro no catalogado folio 58 vto. Y 59. 

[103]  Ib. folio 77. 

[104]  Ib. Libro 25 folio 128 y 129. Sesión del 1 de diciembre de 1923. 

[105]  Ib. Libro 25 folio 148. Sesión del 29 de diciembre de 1923. 

[106]  AMAG. Libro de actas de sesiones del Ayto. Pleno. Libro 29 folio 128 vto. -129 vto. 

[107]  Ib. Libro 31 folio 76. Sesión del 17 de octubre de 1936 

[108]  AMAG. Libro de actas de sesiones del Ayto. Pleno. Libro 14 folio 19. 

[109]  Ib. folio 23. Sesión del 24 de agosto de 1907 

[110]  Ib. Libro 31 folio 76.

sábado, 25 de abril de 2020

Alcalá 1800. Historia de la epidemia de fiebre amarilla (III)





      Pero a pesar de todas estas prevenciones y medidas, el cordón sanitario no consigue impedir la entrada de transeúntes en nuestro término, puesto que el propio Comandante General del Campo de Gibraltar recibe noticias de estas violaciones, enviando sus quejas al consistorio alcalaíno en otro oficio que también se atiende en el cabildo del 25 de septiembre: 

“Sre. que se corte la comunicación de gentes forasteras en las casas de los vecinos de esta villa, pena de ba. de presidio a los infractores 

tambien se vio otro oficio del mismo Exmo. sor en el que manifiesta que mediante a noticiarse que varias Personas atropellando las Leyes de la humanidad, y soberano Precepto cometen el grave exeso de admitir en sus casas, cortijos y otros parajes a diferentes que vienen de cadiz y sus Pueblos immediatos y siguiendo en ellos con aumento la mortandad puede resultar el introducirse en los Pueblos del distrito de su mando sufriendo sus vecinos iguales tristes consecuencias” 

      Poco a poco crece el número de víctimas y de enfermos. El riesgo de contagio es tal que prácticamente se paraliza todo. Baste decir que en el mes de octubre no se celebra ningún cabildo y que hasta el propio Corregidor D. Manuel Simó y Solano, olvidándose de que es la máxima autoridad en el pueblo, se queda encerrado en su casa, situada en el castillo. Así lo atestigua el cirujano, José Molina en un interrogatorio posterior sobre el comportamiento de dicho regidor en el tiempo de la epidemia:

“aunque el Corregidor atendió personalmente a los socorros de la epidemia al principio se preservó sin salir de su Casa como un mes en el mayor furor de ella, dejando abandonadas las obligaciones de su ministerio no obstante ser Presidente de la Junta de salud ppca de qe se esperimentaron no pocos desarreglos…” 

    Más esclarecedor aún es el testimonio del licenciado Miguel Moreno González, quien afirma que el corregidor sólo salía para la misa y que intentó huir del pueblo, impidiéndoselo los concejales:

“el Corregor en el tiempo de la epidemia abandonando todas las obligaciones de su ministerio se atrincheró en su casa sin salir mas qe a misa los días de precepto y que havdo venido al principio ordenes de Sor Comandte Genl de Sn roque determinaron los Consejales como legos, combocarlo al Ayuntamto para que se viese su dictamen donde se vió un oficio del Corregor solicitando que el Ayuntamto le diese licencia pa retirarse fuera del termo la qe le fue denegada por su Consejo, pr la qual subsitió el Corregr enserrado en su Casa, sin dar Audiencia a los infinitos clamores del Pueblo por medicinas alimentos y otros socorros corporales, a qe quando mas contestava a algunos por unas ventanas y tal ves a los mas intimos pr los Corredores de la Casa.” 

      Francisco Villanueva por su parte añade que el corregidor ni siquiera abría las ventanas: “le habló desde una pieza de su casa donde asistia qe está en frente, manifestado a voces por la ventana serrando los christales qe no salía a tomar los ayres que corrian.” 

      Definitivo sobre la forma de actuar del corregidor será el testimonio de Nicolás Berrocal, sirviente del mismo, quien llega a afirmar: “que durante la epidemia estuvo este enserrado en su casa de donde no salió para misa ni otra parte sin que tuviese enfermedad alga sino mucho miedo” 

     Ante esta situación, son los demás miembros del cabildo los que se hacen cargo de todo, señalando Villanueva a dos de ellos principalmente: “durante la época del contagio el Corregr se mantubo preservado en su casa dejando al cuidado del Algl mayor y de Villoslada la asistencia a todas ls atencions de la humanidad y el bien ppco (público)” 

      Todo el que ha podido se ha retirado a aislarse en los cortijos en el campo para evitar el contagio, quedando las casas cerradas y siendo algunas saqueadas, a pesar de los esfuerzos de José Antonio Coronado, alguacil mayor, a quien, por cierto, sería de las pocas personas que el corregidor recibía en su casa:

“quando este tgo. (testigo) iba a verlo lo recivia en su vivienda y lo hacia sentar. Que durante el Contagio como los mas de los vecinos pudientes se retiraron al campo se verificó la apertura de algs casas y acaecims de robos lo que no era posible evitar sin embargo de su celo continuo pr ser el único de Justicia qe atendia a ello y los agresores le cogían las hueltas, bien qe no les dejó consumar sus intentos y asi no acaeció rovo de consideron” 

      Como el alguacil mayor no daba abasto para vigilar las casas abandonadas, algunos de los que quedaron en el pueblo se cuidaban de evitar que los ladrones entraran en casas de parientes o conocidos. Este es el caso del mayordomo de Propios, Francisco Durán Troyano, quien ratifica el robo en algunas de ellas:

“durante el tiempo de la epidemia no vio al Corregr concurrir a tomar providencias por el Pueblo (…) ni para inquirir los autores de los robos qe se ejecutaron con apertura de hasta 7 Casas como se vociferaron y entre ellas dos qe estaban al cuidado deste tgo. bien que con la felicidad de qe en sola una faltaron cosas de poco momento, sin duda por no haver tenido lugar los agresores de saquearlas y qe el Corregr se retiró y asiló en su casa sin salir a parte alguna mientras duró el rigor del contagio contestando por las ventanas y Corredor alto a los qe lo solicitavan” 

     Tal sería la situación de desorden y caos que pronto llegan las noticias al Comandante General del Campo de Gibraltar, quien en carta de 16 de octubre acusa a D. Manuel Simó y Solano como culpable de la situación y hasta el Gobernador provincial envía otra carta el día 24 acusando a todos los miembros que componen el cabildo:

“de la falta de actividad, zelo y discresion del Corregr y Ayuntmto de Alcala y de su poca disposon (disposición) a obedecer las provids (providencias) del Sor Comandte Genl del Campo de Gibraltar con respecto a la cituasion de aquel Pueblo, asi en el socorro de los enfermos del contagio como para preservar de él a los sanos y evitar la propagon de la comarca” 

      Tras el cabildo del 25 de septiembre, donde ya faltaron 4 regidores por haberse ido al campo, abandonan el pueblo Juan Benítez Valverde, alcalde ordinario y el escribano de Cabildo, tal como asegura el administrador del hospital Pablo Villoslada “el Corregr en la epidemia se aposentó en sus casas sin salir y que el único Alce ordino qe havia aquel año emigró del Pueblo y lo mismo hizo el Essno de Ayuntamto dn Miguel Manin de la Bastida serrando su oficio” 

     Hablando de escribanos, en el tiempo que dura la epidemia se produce un aumento notable del número de testamentos, más de 80 [24], a pesar de permanecer cerradas las escribanías, siendo algunos otorgados por los enfermos a los curas que los atienden. 

      Otro de los problemas que se presentan con el rápido aumento de fallecidos es el de los enterramientos. Parece ser que en un principio se realiza alguno en el panteón parroquial, justo donde hoy está el salón de actos del Beaterio, puesto que en el listado de fallecidos en la epidemia que se conserva en el Archivo Parroquial, la primera persona apuntada aparece sepultada en dicho lugar:

“Dª Juana Marin, natural de esta Vª Casada con Dn Melchor Ruiz, fallecio en diez y nueve de Septe de mil ochocientos, y se enterró con oficio general en el Panteon de esta Parroquial, recibió los Santos Sacramtos” [25]


     La segunda víctima en la lista es el síndico general del ayuntamiento, José Suarez, aunque no se cita el lugar de enterramiento, sino simplemente que “falleció de la epidemia qe en la misma se experimentó”. A continuación, aparece una hija del anterior, pero a partir de aquí se recogerá como tumba de los cadáveres: “la sanja destinada a el intento”. Esta será precisamente la medida que se toma, enterrar los cadáveres en una fosa común, tanto por la urgencia de enterrar a los fallecidos en la epidemia, sin hacerles siquiera funeral para evitar la propagación tan pronto como murieran, como por la falta de tumbas en las distintas iglesias. El lugar elegido para hacer la zanja es junto a la ermita de San Antonio, primitiva sede del convento de la Consolación de los frailes mínimos en Alcalá hasta 1682 en que pasaron al convento de la Victoria en la Alameda, de ahí que se conociera popularmente como la Victoria vieja. 


     Gracias al testimonio de su mujer, María Caballero, sabemos que será Juan González Cortinas a quien se ponga al frente de los trabajos relacionados con la zanja hasta su fallecimiento:

“su marido tubo al principio de la epidemia de la dirección de la apertura de las sanjas, acopio de las cales, hasta qe le acometió la epidemia de qe murió el dia 1º de Nov.e” Pero como vemos, se habla de zanjas en plural, ya que el número de cadáveres se incrementó tan rápido que hubo que hacer al menos 4 zanjas, tal como afirma posteriormente el alcalde de primer voto, Juan Benítez Valverde, justificando unos gastos, entre otras cosas para: “la apertura de quatro sanjas”. Pero es que además, seguramente hubo que hacer alguna que otra zanja en el campo, pues Villoslada justifica el gasto de 40 reales por una libra de pólvora “qe se imbirtió en dar barrenos y sacar Piedras pa tapar una sanja en despoblado” 

       Por el testimonio de Francisco Villanueva sabemos que para excavar las zanjas se utiliza la mano de obra de los presos en la cárcel, a quienes se les paga 1 real por día, al igual que a la tropa que los custodian:

“fue gasto de la epidemia un rrl de sobre prest qe se suministraba a los Presidiarios y tropa qe paso custodiándolos pa qe hicieran sanjas”. El cirujano José Molina nos cuantifica el número de presos que participan y la duración de los trabajos: “a los Precidiarios qe serian como 20 y a los soldados de sus custodia se les suministrava un rrl de prest o sobre plus y que estuvieron en el Pueblo como un mes” 



NOTAS

[24] Así lo hace constar Fernando Toscano en su libro sobre el Beaterio, pág. 189 

[25] ARCHIVO PARROQUIAL DE ALCALA DE LOS GAZULES. Libro de funerales nº 8. Folio 47 vto y 48.